Capítulo 433
Petra creyó que Fabiana simplemente había tenido una pesadilla y la consoló un buen rato antes de soltarla, pero seguía
preocupada, queriendo quedarse a dormir con ella.
“Estoy... estoy bien.”
Finalmente, Fabiana habló con una voz aún débil, “Vayan a descansar, por favor.”
Después de decir eso, intentó sonreírles a todos a pesar de no haberse recuperado completamente del pánico causado por la
mezcla de pesadillas y recuerdos,
Viendo que su semblante había mejorado un poco, todos se tranquilizaron y tras unas palabras de consuelo, se retiraron a sus
respectivas habitaciones.
Fablana cerró la puerta con llave y volvió a su dormitorio, pero ya no tenía sueño.
Mirando la pulsera que había tirado al suelo en su momento de pánico, tardó mucho tiempo en reunir el valor para
acercarse.
Los recuerdos de su infancia, esa mezcla de sueños y realidad, la abrumaban, llenándola de terror.
Ella sabía que todo había sucedido de verdad; cuando era pequeña, solía tener esos sueños intermitentes. Cada vez que
soñaba, su madre la abrazaba fuerte para consolarla y poco a poco, con el amor y la paciencia de su familia, logró superar esos
recuerdos tan parecidos a pesadillas. Pero nunca se habían ido del todo, esa noche habían reaparecido con fuerza debido a su
intenso deseo de que Amelia fuera Amanda,
Pasó la noche en vela.
Al día siguiente en la empresa, Fabiana no podía evitar mirar a Amelia de reojo, Cuanto más la observaba, el rostro de Amelia
se superponía más al de la niña de sus recuerdos borrosos y más aterrada se sentía.
Amelia también se había dado cuenta de que Fabiana la miraba de vez en cuando.
Durante toda la mañana, ya sea pasando por el vestíbulo, en reuniones o incluso en su oficina, Fabiana la miraba
distraídamente.
Ella no sabía si se debía a que ese día tendría que hacer una declaración pública y pedir disculpas durante una conferencia de
prensa y quería encontrar un momento para discutir el asunto con ella, pero como Fabiana no lo mencionó, Amelia decidió
ignorarlo también.
A la hora del almuerzo, Rufino y ella tenían asuntos laborales de los que hablar y bajaron juntos a comer.
Fabiana los siguió, pero en lugar de unirse a ellos con su habitual desenfado, se quedó en silencio, sirviéndose su comida y
luego comiendo sola.
Mientras comía, levantaba la mirada hacia el perfil de Amelia, perdiéndose en sus pensamientos.
Rufino nunca había visto a Fabiana actuar tan extraño y no sabía si ella ya se había disculpado con Amelia, así que le preguntó
en voz baja: “¿Qué le pasa a Fabiana?”
Amelia, igual de confundida, negó con la cabeza: “No tengo idea.”
“¿Se ha disculpado contigo?“, preguntó Rufino.
“No sé si cuenta como una disculpa,” dijo Amelia, “ella fue a verme ayer, pero la conversación no fue muy agradable.” Su jefe
asintió, eso era típico de Fabiana.
Amelia miró a Rufino, recordando la razón detrás de la hospitalización de Eduardo que Fabiana le había mencionado el día
anterior. No quería preguntarle directamente a Dorian por miedo a herirlo, así que después de pensarlo un poco, preguntó en
voz baja: “Sr. Rufino, escuché que el padre de Dorian fue hospitalizado por un derrame cerebral después de una pelea con él,
debido a que Dorian quería recuperar su parte de las acciones y porque insistía en estar conmigo, en contra de los deseos de
su padre, ¿es eso cierto?”
Rufino paró de comer y la miró.
Ella lo miraba tranquila, esperando su respuesta.
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Rufino había prometido a Dorian no hablar de eso con Amelia y se encontraba en una posición complicada para responder. Tras
una larga pausa, finalmente dijo en voz baja: “Creo que sería mejor que hables de esto con Dori.”
“Estará pasándola mal,” comentó Amelia suavemente.
Rufino solo sonrió y negó con la cabeza, sin saber cómo responder.
Amelia también sonrió y no siguió presionando.
Aunque Dorian se esforzaba por ocultar sus emociones, Amelia podía sentir que él no estaba pasando por un buen momento;
incluso si lograba ocultarlo, los cambios sutiles en su postura y su mirada eran imposibles de disimular.
Ella había pensado que la tristeza de Dorian se debía a la mala salud de su padre, pero no imaginaba que hubiera otro
problema en medio de todo eso.
“Deja de preocuparte tanto“, le aconsejó Rufino, incapaz de contenerse. “Dori se encargará de todo.”
Amelia asintió levemente, sin decir nada.
Por más capaz que se tratara Dorian, seguía siendo un ser humano común y corriente, sin poderes mágicos para hacer
malabares con tantas responsabilidades. Tenía que dirigir una empresa enorme, manejar los conflictos con sus padres y con la
familia de ella, además de lidiar con los problemas que su propia familia causaba de vez en cuando. Simplemente no tenía la
energía para resolver todo.
Dorian no había ido a la empresa hoy al medio día, en su lugar, había visitado el hospital y Amelia no tenía idea de cómo estaba
Eduardo realmente.
Probablemente no quería que ella se preocupara, pues todos los que preguntaba decían que estaba bien y que no había
necesidad de alarmarse.
Pasadas las dos de la tarde, Dorian regresó del hospital y fue directo a la oficina para recoger a Amelia y llevarla al lugar de la
conferencia de prensa.
La conferencia estaba programada para las cuatro y sería Lorenzo quien daría la cara ante el público para explicar la situación
del proyecto. Además, Fabiana tendría que disculparse en persona.
Cuando Dorian llegó a la oficina de Amelia, Fabiana estaba allí. Al verlo entrar, su mirada se tornó insegura, posiblemente por
culpa o quizás por haber presenciado antes su implacable forma de actuar. La chica no se atrevió a mostrar la misma
familiaridad de antes y después de una vacilante mirada, bajó los ojos y evitó su contacto visual.
Dorian la ignoró y tras reunirse con Amelia, llamó a Yael: “Busca a alguien para que lleve a la Srta. Fabiana al lugar de la
conferencia.”
Los demás en la oficina, a excepción de Rafael y Rufino, estaban al margen de lo ocurrido. Al escuchar las instrucciones de
Dorian, no pudieron evitar mirar a Fabiana con sorpresa.
Fabiana se sintió terriblemente avergonzada, pero no se atrevió a decir nada. Se aferró a su teléfono móvil sin pronunciar
palabra.
Rufino salió de la oficina y dijo: “Justo voy para allá, la puedo llevar.”
Luego se dirigió a Fabiana: “Ven conmigo en mi coche.”
Dalia, llevada por la curiosidad, no pudo resistirse y preguntó: “Sr. Rufino, ¿de qué es la conferencia?”
Rufino la miró y simplemente respondió: “Una conferencia de prensa.”
Dalia no obtuvo más información, pero captó la indirecta; Su jefe no tenía intención de dar detalles.
Con un sentimiento de desilusión, Dalia retiró su mirada..
Rufino no le prestó más atención y mirando más allá de ella, se dirigió a Fabiana: “Prepárate.”
Fabiana no tuvo más remedio que responder con un timido: “Vale.”
Y se levantó lentamente.
En el camino, Fabiana no pudo evitar enviarle un mensaje a Lorenzo en secreto: “¿Podríamos retrasar la conferencia de
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prensa hasta que salgan los resultados de la prueba de paternidad?”
Pero Lorenzo no respondió, ya fuera porque estaba ocupado o porque no quería prestarle atención.
Sin poder contar con Lorenzo, Fabiana se vio obligada a revisar constantemente el sistema del hospital para ver si los
resultados de la prueba de paternidad estaban listos, pero incluso al llegar al lugar de la conferencia, no había novedad; los
resultados aún no estaban listos.
Desesperada, buscó a Manuel.
Manuel estaba en el salón de descanso cuando Fabiana entró. La miró con una expresión complicada en su rostro. Por un lado,
estaba convencido por la comparación que Dorian había hecho entre Amandita y el carácter de Fabiana el día anterior y creía
que el resultado de la prueba de paternidad proporcionado por Lorenzo era falso. Pero por otro lado, esa certeza estaba
mezclada con una pizca de duda, los recuerdos del relato de Fabiana sobre su pesadilla y la escena de su desaparición cuando
era niña seguían rondando su mente.
La duda y la compasión se entrelazaban en su corazón.
“Abuelo“, le suplicó Fabiana con una mirada lastimera, “¿Podemos esperar a que salgan los resultados de la prueba de
paternidad antes de comenzar la conferencia de prensa? No será mucho tiempo, los resultados saldrán hoy, solo necesitamos
retrasar un par de horas.”
Manuel se veía en un dilema, con un rostro lleno de conflicto: “Aunque tengamos los resultados, ¿qué más da? Las disculpas y
las declaraciones que tienes que hacer, igual las tienes que hacer.”
“No es lo mismo,” dijo Fabiana, aunque no podía explicar por qué. Ella simplemente sentía que los resultados de la prueba de
paternidad podrían ser su salvavidas. Quería esperar hasta que los resultados estuvieran listos antes de proceder, por lo que
rogaba ansiosamente a Manuel con voz suave, “¿Qué tal si retrasamos solo una hora? ¿Podría ser una hora?”
“Ni un minuto más.”
La voz de Dorian resonó desde la puerta.
Fabiana se volvió sorprendida hacia la entrada.
Dorian y Amelia habían llegado al umbral de la sala de descanso sin que nadie se diera cuenta.
Dorian estaba mirando su reloj: “La conferencia de prensa está a punto de comenzar. Si la Srta. Fabiana no quiere ofrecer una
disculpa pública, nosotros tendremos que hacer la declaración correspondiente. Lo demás, se manejará según el proceso
legal.”
Manuel, pensando en la insistencia de Dorian sobre la declaración de disculpas, también titubeó, mirándolo:
“¿Qué tal si solo retrasamos una hora? Al final, las disculpas se van a dar hoy, ¿qué diferencia hace si es una hora antes o
después?”
“No es posible.”
Dorian rechazó la propuesta de manera tajante y directa.