Big Novel

Nunca Mueren Los Deseos (Sabrina y Fernando)

Capitulo 142

La contundente declaracion de propiedad hizo que Sabrina se tambaleara por la
sorpresa. La joven se encontré momentaneamente sin palabras.

Fernando podia tener a cualquier mujer que quisiera. ; Por qué debe tenerla?
Los pensamientos de Sabrina eran un revoltijo como si alguien los hubiera
puesto en desorden.

“Déjame enviarte a casa ahora”, dijo Fernando, el tono de su voz
sorprendentemente suave mientras la miraba a los ojos.

Sabrina sali6 de su estupor aturdido Inmediatamente empujé la forma imponente
de Fernando lejos de ella y se presiond contra el costado del auto. Su frente
estaba arrugada en un profundo cefio fruncido. La mirada de cautela y devgana
en su rostro era tan cruda como el dia. “Sr. Santander, fuiste ti quien me dijo
que me alejara de ti hace un afo. ;Qué cambié?

Fernando parecié encontrar sus palabras hilarantes. Su voz era ronca mientras
hablaba lentamente. Parecias realmente interesado en meterte en la cama
conmigo hace un afio. Te estoy dando otra oportunidad. ¢, Por qué no lo tomas?
La incredulidad onde en el rostro de Sabrina. ;De qué estaba hablando? jElla
nunca habia pensado en tener sexo con élt

El no iba a creerla, por supuesto. El nunca le creeria si le dijera que nunca habia
tratado de tenderle una trampa y que nunca habia tratado de atraerlo a la cama
con ella.

Alguien mas los habia engafiado a ambos.

Pero ella no estaba interesada en aclarar este terrible malentendido en este
momento. Sabia que sus intentos solo empeorarian las cosas.

Sabrina aparté la mirada. No le importaba que Fernando se enfadara. La mirada
en sus enormes ojos era de sombria determinacion. “Sr. Santander, quizas
deberia repetirme. Lamento lo que pas6 hace un afio. Pero lo hecho, hecho
esta. En este momento, no estoy interesado en ser parte de tu vida y realmente
apreciaria si te mantuvieras fuera de la mia”

Sabrina esper6 a que el hombre inflexible se saliera con la suya, se enfadara y
le gritara.

¢Qué era lo peor que le podia pasar? Siempre podria renunciar a su trabajo.
Ella esper6 y espero.

Fernando no parecia molesto en absoluto. Su mano salié disparada
inesperadamente y agarré su suave barbilla con firmeza. Su voz era un
murmullo bajo. “Esto es genial. Disfruto un desafio”.

El joven queria dejar atrés el incidente de hace un afio. Después de todo,
Sabrina habia cumplido su promesa y se mantuvo alejada de él durante todo un
aro.

Y ahora ella habia llamado su atencién.

Las cosas eran diferentes ahora.

Habia pasado tanto tiempo desde que se habia encontrado con una mujer que
pudiera despertar su interés.

Sabrina Bracamonte fue la primera.

Sabrina estaba furiosa. Se sinti6 burbujeante de rabia y lista para estallar. ;Qué
estaba mal con el hombre? Ella lo habia rechazado. Por qué no se daria por
vencido?

Estaba tan desesperado?

Las tripas de la joven se revolvieron con furia. Queria abofetear al hombre pero
no se atrevia. Ella simplemente se quedd alli y soporté su toque de mala gana
por un largo momento antes de empuijarlo lejos de ella. Ella no dijo una sola
palabra.

Claro, disfruto de los desafios. Ese era su negocio. No iba a ir en contra de sus
principios y ponerse a la venta.

Se sorprendié de que el hombre no intentara volver a poner sus patas sucias
sobre ella después de que ella lo habia empujado. No era tan asqueroso
después de todo. En cambio, el joven cerrd los ojos y descansé un rato. Habia
bebido dos copas de vino tinto.

No habian sido suficientes para emborracharlo, por supuesto,Books Chapters
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Pero eso no significaba que no sintiera los efectos de la fatiga después de dos
copas llenas de vino.

Sabrina ignoré al hombre mientras descansaba sus ojos. Podrian continuar la
conversacion una vez que llegaran a su casa.

Ninguno de los dos hablé durante el viaje.

El pequefio coche se llené de un extrafio y absoluto silencio.

Treinta minutos después, el auto de Fernando llegé al edificio de apartamentos
de Sabrina.

El coche se deslizé hasta detenerse suavemente. Sabrina se apresuré a salir de
inmediato.

Fernando alargé la mano de repente y la agarré por la mufieca. Se incliné fuera
de las sombras y un poco hacia adelante. Su voz era suave y apacible. “Te
recogeré mafiana por la mafiana”.

Luego, Ia solté.

La sorpresa ondeo en el rostro de Sabrina antes de ponerse rigido. Miré al
apuesto hombre escondido en las sombras y se encontrd sin palabras. Ella salié
del auto inmediatamente. Antes de cerrar la puerta de golpe, un pensamiento
cruzé su cabeza. Miré el interior oscuro del auto y al hombre que estaba sentado
adentro. “Sr. Santander, lo que estés haciendo es acoso. Puedo reportarte a la
gerencia’.

Habiendo dicho eso, dejé de importarle més. Cerré la puerta de golpe con un
ruido sordo satisfactorio.

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