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Capitulo 73
Sabrina estaba tratando de mantener la distancia, lo que sorprendié a
Fernando.
Esperaba que ella le gritara con gratitud o se le pegara como pegamento.
Pero no lo hizo. No pudo evitar sentir un poco de curiosidad.
Ella tuvo las agallas para tenderle una trampa y tener sexo con él hace un
afio. ¢Por qué estaba manteniendo su distancia ahora?
Bueno, él habia sido quien le habia dicho que se mantuviera alejada.
Si sinceramente queria tenderle una trampa o llamar su atencién, deberia,
aprovechar cada oportunidad que le permitiera pasar mas tiempo con él.
Pero no lo estaba. Tal vez ella realmente habia cambiado.
Esta fue la primera vez que Fernando enfrenté dudas sobre sus puntos de
vista sobre Sabrina.
Sin embargo, esto no fue suficiente para influir por completo en sus
opiniones sobre la mujer.
De hecho, no iba a empezar a gustarle por ellos.
Al menos, eso fue lo que Fernando se dijo a si mismo.
¢Esos pensamientos extrafios que habia estado teniendo sobre la mujer?
Deben haber surgido de su curiosidad por ella.
Habiendo llegado a una conclusién sobre sus sentimientos por Sabrina,
dejé esos pensamientos a un lado y desvié su atencién de ella. No le
pregunté como estaba haciendo su camino de regreso y si podria necesitar
un aventoén.
En cambio, regresé a su auto con Ramiro. Fernando se desliz6 en la parte
trasera del coche. Se recost6 contra el asiento y cerré los ojos mientras
Ramiro encendia el motor.
Ramiro empez6 a conducir. No pasé mucho tiempo antes de que atrapara a
Sabrina delante de ellos. Avanzaba lentamente por la calle.
El hombre habia hablado por ella hace un momento. Ella tenia que
agradecerle. Sabrina se dirigié lentamente hacia Fernando. “Sr. Santander,
gracias por hablar por mi en este momento*.
Fernando se detuvo en seco. El tono de su voz era suave. “Milisegundo.
Bracamonte, ¢de verdad no tienes sentido de la autoconservacién? O quizés...”
tal vez ella habia reservado su ingenio para tenderle una trampa. Pero Fernando
no crey6 necesario decirlo en voz alta.
Se detuvo en el Gltimo momento.
Sin embargo, Sabrina sabia lo que queria decir. Ella lo sabia. Nunca le habia
importado. De hecho, acababa de insinuar que ella era una mujer relajada.
Estaba convencido de que ella le habia tendido una trampa.
“Gracias de todos modos*, dijo Sabrina. Empuj6 la extrafia e inexplicable
sensacion que habia sentido antes, apret6 los dedos alrededor de su pila de
billetes y giré sobre sus talones. Al momento siguiente, ella estaba saliendo de la
fabrica.
Sabrina estaba tratando de mantener la distancia, lo que sorprendié a Fernando.
Esperaba que ella le gritara con gratitud o se le pegara como pegamento. Pero
no lo hizo. No pudo evitar sentir un poco de curiosidad.
Ella tuvo las agallas para tenderle una trampa y tener sexo con él hace un afio.
¢ Por qué estaba manteniendo su distancia ahora?
Bueno, él habia sido quien le habia dicho que se mantuviera alejada.
Si sinceramente queria tenderle una trampa o llamar su atencién, deberia,
aprovechar cada oportunidad que le permitiera pasar mas tiempo con él.
Pero no lo estaba. Tal vez ella realmente habia cambiado.
Esta fue la primera vez que Fernando enfrenté dudas sobre sus puntos de vista
sobre Sabrina.
Sin embargo, esto no fue suficiente para influir por completo en sus opiniones
sobre la mujer.
De hecho, no iba a empezar a gustarle por ellos.
Al menos, eso fue lo que Fernando se dijo a si mismo.
¢Esos pensamientos extrafios que habia estado teniendo sobre la mujer? Deben
haber surgido de su curiosidad por ella.
Habiendo llegado a una conclusion sobre sus sentimientos por Sabrina, dejo
esos pensamientos a un lado y desvi6 su atencién de ella. No le pregunté cémo
estaba haciendo su camino de regreso y si podria necesitar
un aventoén.
En cambio, regresé a su auto con Ramiro. Fernando se deslizé en la parte
trasera del coche. Se recosté contra el asiento y cerré los ojos mientras Ramiro
encendia el motor.
Ramiro empez6 a conducir. No pasé mucho tiempo antes de que atrapara a
Sabrina delante de ellos. Avanzaba lentamente por la calle.
“Sr. Santander, esa es la sefiora Bracamonte®, espeté el hombre sin pensar. Al
momento siguiente, deseaba fervientemente no haber dicho eso.
Fernando no parecia particularmente interesado en la joven.
El habia hecho todo lo posible para hablar por ella hoy, pero eso no probaba
nada.
Ademas, a Fernando no le gustaba tener mujeres que no le gustaban a su
alrededor. Era uno de sus mayores motivos favoritos.
Ramiro tenia la sensacioén de que su jefe le iba a gritar en cualquier
momento.
Sorprendentemente, el joven sentado en la parte trasera del auto no lo hizo.
Simplemente abri6 los ojos lentamente y mir6 a la joven que caminaba por la
calle.
Sus ojos estaban ocultos en las sombras dentro del coche.
Fernando no dijo una palabra.
Sin ninguna instruccion explicita del hombre, Ramiro no se atrevié a detener el
auto. Simplemente sigui6 conduciendo. El Bentley pasé a toda velocidad por
delante de Sabrina.
Al momento siguiente, ella no era mas que una pequeiia figura en la
distancia.
Se dirigieron a la calle principal. Las luces brillantes de las farolas de la
calle se derramaron en el coche. Sono el teléfono de Fernando.
El joven sac6 su teléfono y mir6 la pantalla. fue dan.
Contest6 la videollamada. “Ya es tarde. ¢ Qué quieres?”
“Me recomendaste un disefiador que no hizo el corte”, dijo Dan. El joven
estaba actualmente sentado en el sofa de su casa y agitando una copa de
vino en su mano.
“¢ Qué le pasa al disefiador que te compré?” Recordé haberle dado
instrucciones a Javier para que se ocupara de eso.
El director creativo habia recomendado a su mejor disefiador. Ese
disefiador habia estado en esta linea de trabajo durante mucho tiempo.
Pero Dan le estaba diciendo que la eleccién de Javier no habia hecho el
corte. Los estandares de su primo deben ser muy altos.Books Chapters
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“No sabe como pensar fuera de la caja. Tiene disefios llamativos. Mi prima
no lo aprueba. A las jévenes en estos dias les gustaban las cosas de moda.
No trabajarian con nadie con cuyo gusto no estuvieran de acuerdo.
“¢Me estas diciendo que quieres otro disefiador?” pregunté Fernando
mientras se pellizcaba el puente de la nariz.
“Asi es. Consigueme otro disefiador*, dijo Dan antes de tomar otro sorbo
de su vino.
Hablaré con Javier mafiana.
Dan se ri6 suavemente. “En realidad, tengo a alguien en mente. ¢Por qué
no me dejas tenerla?
Habia una extrafia sonrisa en sus labios. Fernando fruncié el cefio.
“¢Quién es?”
“La joven de la familia Bracamonte. Sabrina Bracamonte. Después de todo,
se habia graduado en una prestigiosa universidad de disefio. Ella deberia
ser capaz de hacer el trabajo. Era joven y tenia mas o menos la misma
edad que su prima. Deberian ser capaces de entenderse muy bien.
“¢En serio?” El pliegue entre las cejas de Fernando se profundizé.
Podria haber elegido a cualquiera. ¢Por qué habia elegido a Sabrina entre
todas las personas?
“Soy. Ella es la que quiero“, dijo Dan con confianza. “Haz los arreglos
necesarios*