Capitulo 84
“¢ Hay algo més que necesite, Sra. Bracamonte?” Ramiro se detuvo en seco y
miré a Pamela con indiferencia.
que
Todo lo habia observado de la joven le habia dejado un mal sabor de boca. Ella
era grosera y grosera. Sin embargo, seguia siendo una colega en el Grupo
Santander. Sin importar su opinién sobre Pamela, nunca lo mostraria en su
rostro.
“¢Que hace Sabrina dentro de la oficina del Sr. Santander?” Pamela puso una
sonrisa de plastico en su rostro.
La franqueza de la joven hizo que Ramiro frunciera el cefio al instante. Sacudié
la cabeza y respondié cortesmente “No estoy seguro.”
“¢ Estas seguro de que no sabes nada?” La sonrisa de Pamela parecia
congelada en su rostro.
“Asi es. Si no te importa, tengo que volver al trabajo. Ramiro no estaba
interesado en continuar la conversacion con ella.
Estaba listo para volver a su escritorio.
Pamela se interpuso en su camino y lo detuvo. Su voz era suave. “Sr. Linares,
por favor digame. No es la gran cosa. Sabrina y yo somos como familia el uno
para el otro. Usted me puede decir.”
Ramiro se quedo helado. No habia esperado eso. Aunque eso no tenia nada que
ver con él. Solo era el asistente personal de Fernando. No iba a ir por ahi
compartiendo los secretos de su jefe Queria conservar su trabajo. Tenia grandes
ventajas. No era estlpido ni loco.
Lo siento, Sra. Bracamonte, pero no estoy en posicion de cuestionar las razones
detras de las instrucciones del Sr Santander Ramiro dio un paso a un lado y
regresé a su escritorio.
Pamela no pudo obtener ninguna respuesta del asistente personal de Fernando.
Dio un pisotén y golped con el talon el piso de baldosas con enojo.
Ella iba a esperar. Necesitaba respuestas y las tendra.
Mientras tanto, en la oficina de Fernando, el corazén de Sabrina se acelerd
mientras se dirigia lentamente hacia el escritorio de Fernando. Traté de sacar de
su mente los recuerdos del beso de la noche anterior y puso una voz tranquila
mientras hablaba. En este momento, ella era solo un miembro del personal
subalterno hablando con su jefe. “Sr. Santander, estoy aqui. ¢Hay alguna razén
por la que me llamé a su oficina?
Fernando levant6 la vista y la mir6 a través de sus ojos oscuros. Estudié a la
joven por un momento antes de finalmente hablar: “Tengo un contrato aqui y una
oferta para la sefiora Bracamonte. Puede que te interese. Echar un vistazo.”
El hombre desliz6 el contrato sobre el escritorio.
Sabrina no tenia idea de qué se trataba el contrato, pero no estaria de mas
echarle un vistazo. Cogio el contrato y lo recogio6 del escritorio. Sus ojos
escanearon rapidamente el contenido del contrato.
No logré llegar al final del contrato. Una mirada oscura se posé en el rostro de
Sabrina. ¢ Qué estaba tratando de hacer Fernando?
¢ Estaba tratando de convertirla en su amante?
¢Estaba loco? ¢ Qué estaba pasando aqui?
Record6 la hostilidad que él ha mostrado hacia ella durante sus interacciones
recientes. La odiaba a muerte. ¢ Por qué se ofreceria a convertirla en su amante
ahora?
Sabrina honestamente no tenia idea de lo que estaba pasando en la cabeza de
Fernando. Pero estaba segura de una cosa. A Fernando no le gustaba nada. El
no tenia amor por ella.
El no la habria insultado con tal contrato si albergara el mas minimo amor por
ella. El no se habria ofrecido a pagarle para
que fuera su amante.
El mero pensamiento de tal idea enfurecié a Sabrina.
He leido el contrato, sefior Santander. No estoy interesada”, dijo Sabrina
mientras trataba de controlar su temperamento. Dio otro paso hacia el escritorio,
dejo el contrato y lo deslizé hacia Fernando.
“Si no hay nada mas, volveré al trabajo. Tengo bastantes asuntos que
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Sabrina estaba lista para dar la vuelta y salir de la oficina ahora mismo.
Antes de que pudiera hacer eso, el brazo de Fernando salio disparado. La
agarré por la mufieca y le impidi6 dar otro paso lejos de él. Al momento
siguiente, él estaba tirando de ella hacia el y en sus brazos. La fuerza de su tirén
derrib6 a Sabrina.
Sabrina aterrizo justo en el regazo de Fernando.
Por un momento, parecieron una pareja en un abrazo intimo, sus miembros
enredados con los del otro.
Un rubor se desplego en las mejillas de Sabrina al instante. La mortificacion y la
alarma coloreaban sus ojos mientras miraba a Fernando. “Por favor, dejeme ir,
Sr. Santander”.
“Tu eres quien me llevé a la cama hace un afio, Sabrina. Parecias interesado
entonces. Los dedos de Fernando atraparon los de Sabrina con fuerza.
Su mano era extremadamente suave. Era como tocar la seda. Se sinti6 genial.
El leve olor a leche envolvié a la mujer Fernando inhalo profundamente y aspiré
su dulzura.
Podia sentir los primeros signos de excitacion.
esto fue malo
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