Capitulo 83
“Bien, le preguntare”. Pamela estaba perdiendo la cabeza. Se dio la vuelta y
lanzé una mirada dura a Ramiro, “Sr. Linares, cesta diciendo la verdad?
“Lo es”, respondi6 Ramiro con firmeza. “¢ Esta buscando al Sr. Santander, Sra.
Bracamonte?”
Pamela parecia albergar una intensa hostilidad hacia Sabrina y Ramiro no tenia
idea de por qué.
¢Se conocian?
Ramiro miro con curiosidad a las dos jovenes que tenia delante. Compartian un
ligero parecido con el otro, pero estaba claro que Sabrina era la mujer mas
bonita.
Los ojos de Pamela ardian de rabia mientras miraba a Sabrina. Se giré
ligeramente hacia Ramiro. “Asi es. Soy del departamento de medios.
Necesitamos la aprobacion del Sr. Santander para algo”
“Puedes pasarme los documentos”, dijo Ramiro mientras extendia su mano
hacia Pamela. “Me aseguraré de que lleguen a Sr. Santander
No habia forma de que Pamela hiciera eso. Le habia costado mucho trabajo
antes de que finalmente encontrara una excusa para hablar con Fernando.
No iba a dejar que esta oportunidad se le escapara de las manos,
Sin embargo, no podia levantarle la voz a Ramiro. Pamela trato de esbozar una
sonrisa cortés mientras suavizaba su tono, “Sr. Linares, quisiera entregar estos
documentos personalmente al Sr. Santander. Hay algunos detalles que
requeftran una explicacion mas detallada.
No te preocupes por eso. Solo dejame tener los documentos. El sefior
Santander esta esperando” Ramiro mantuvo su mano extendida mientras miraba
a Pamela. La mirada en sus ojos era clara. Queria que se diera prisa y dejara de
hacerle perder el
tiempo.
“Por favor, dejeme hablar con el Sr. Santander, el Sr. Linares”. Pamela apreto los
dedos alrededor de la carpeta. Habia una pizca de ira en sus ojos.
Era solo un asistente. ¢Qué creia que estaba haciendo?
¢ Como iba a impedir que Pamela le entregara personalmente la carpeta a
Fernando?
“Milisegundo. Bracamonte, por favor sea profesional. El sefior Santander esta
esperando y no se va a alegrar si sigue esperando mas”, dijo Ramiro con
severidad.
El toque de amenaza en su voz era claro.
Si Pamela seguia asi, Fernando perderia la paciencia y se enfadaria.
Ella tendria que sufrir su ira entonces también.
Pamela sabia cuando hacer una retirada estratégica. EI temperamento de
Fernando era notorio. Todos en la ciudad sabian lo aterrador que podia ser
cuando estaba enojado.
Era un nifio pequefio en comparacion con Fernando. De hecho, los Bracamonte
eran pequefios en comparacion con Fernando. No podria preocuparse menos
por ellos.
Pamela sopeso los pros y los contras y finalmente le entregé la carpeta a Ramiro
de mala gana. Habia un tic en su mandibula mientras hablaba. “Lamento mucho
haberlo molestado, Sr. Linares”.
Parecia apagada y humilde. Era una clara diferencia de su yo desagradable
habitual.
Sabrina lo sabia. Pamela era una matén. Los matones como ella se inclinarian
ante aquellos mas poderosos que ellos.
Sabrina observé con regocijo silencioso cémo Pamela cedia y cedia.
“No es ningtn problema en absoluto. Ramiro le dedicé a Pamela una sonrisa
cortés mientras le quitaba la carpeta. Luego, entré directamente a la oficina de
Fernando con Sabrina y la carpeta en la mano.
Pamela no era desvergonzada. Ella no iba a seguirlos adentro.Books Chapters
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a elaborada puerta de la oficina de Fernando.
Los celos quemaron dentro de Pamela y le revolvieron las tripas. Dio un pisotén
y golped con el talon las baldosas de marmol.
Se habia vestido para Fernando. Esto fue absolutamente irritante. Pamela
apenas podia controlar su temperamento. No dejaba de mirar a las puertas de
Fernando a través de su elaborado maquillaje de ojos.
Sabrina era una puta.
Pero Pamela no iba a dejar que ella riera la Ultima.
La joven echaba humo en silencio en el acto. Despues de un largo momento, se
dirigi6 a una esquina y espero.
Tenia que saber que estaba haciendo Sabrina en la oficina de Fernando.
Ramiro, que se habia dirigido a la oficina de Fernando con Sabrina, salié poco
después.
Ver a Ramiro saliendo solo de la oficina de Fernando la enloquecié de celos.
Sus tacones golpearon ruidosamente contra el piso de baldosas mientras
caminaba hacia Ramiro y evitaba que regresara a su escritorio. “Espere un
momento, Sr Linares. ¢Puedo hablar contigo un segundo?
el hombre